Como ya adelantamos, la lista de pueblos bonitos de Gran Canaria que os hemos presentado no está, ni mucho menos, completa. A todo lo largo y ancho de la isla, se encuentran localidades, de costa o de montaña, que sin ningún problema pueden formar parte de cualquier ranking de este tipo.
Así, por ejemplo, Gáldar, en el norte de la isla, es un lugar mágico, cuyo casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico en 1981; el Templo Matriz de Santiago de Los Caballeros es uno de los ejemplos de arquitectura religiosa más bellos de Canarias. Pero si algo destaca en este destino es el yacimiento arqueológico de Cueva Pintada, considerado como la “Capilla Sixtina” de los pobladores prehispánicos de la isla.
Vecino de Gáldar, el municipio de Santa María de Guía es otros de esos lugares que desbordan encanto por sus cuatro costados. Su costa rocosa y marcada por los acantilados contrasta con el casco histórico de la localidad, declarado Monumento Histórico-Artístico en 1982. El Cenobio de Valerón, un granero fortaleza construido por los antiguos canarios, es otras de las joyas históricas del municipio.
Hacia el centro de la isla, la localidad de Vega de San Mateo es un bonito ejemplo de los pueblos de interior en Gran Canaria. Su encanto rural destaca tanto es sus ferias y mercados como en los senderos y Caminos Reales que recorre su fértil vega y, más allá, se adentran en las Espacio Protegido de las Cumbres, la zona más alta de la isla.
A medio camino entre la montaña y la costa, pero ahora en la parte oriental de Gran Canaria, la localidad de Ingenio puede entrar perfectamente en cualquier lista de los pueblos más bonitos de la isla. Su casco antiguo, encabezado por la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, es el corazón de este lugar, que, por cierto, cuenta con una de las tradiciones artesanas más importantes de Gran Canaria.
Y estas son algunas localidades que podrían sumarse a cualquier lista de los pueblos grancanarios más bonitos. Así que no lo dudes: si conduces por la carretera y un cartel anuncia su cercanía… ¡merece la pena desviarse para conocerlos!
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